LOS ÚLTIMOS DÍAS DE NUMANCIA


A la búsqueda de la identidad nacional

Alejo Vera Estaca. 1880.

Óleo sobre lienzo. 432×317 cms.

El cuadro que contemplamos hoy llamado “Los últimos días de Numancia”, aunque también “La toma de Numancia”, fue realizado por Alejo Vera en 1880 en Roma, ciudad en la que estaba pensionado en la Real Academia de Bellas Artes de España en Roma y precisamente este trabajo constituyó en todas sus fases los ejercicios obligatorios que hubo que presentar para la concesión de la prórroga de la beca. Fue presentado en la Exposición nacional de 1881, en la que ganó la Medalla de Plata, que fue conmutada por la Gran Cruz de Isabel la Católica y el cuadro comprado por el Estado por 12.500 pesetas, una pasta.

Nos cuenta el pintor de Viñuelas, Guadalajara, los momentos en los que las tropas de Publio Cornelio Escipión Emiliano “El Africano Menor” consiguen penetrar en la ciudad de Numancia, (cuyas ruinas están a unos pocos kilómetros de la capital de Soria), a la que pusiero sitio levantando un cerco de nueve kilómetros compuesto por fosos, torres y empalizadas. Tras trece meses de hambruna, enfermedades y contínuos ataques la gran mayoría de los numantinos prefirieron suicidarse antes que ser sometidos como exclavos por las tropas romanas, un relato que nos cuenta en primera instancia Plinio el Viejo, y más tarde Estrabón y Ptolomeo. Más

Retratos de una Geisha


Zhao Kailin

Uno de los maestros chinos contemporáneos más aclamados por la crítica de arte realista es Zhao Kailin, quien nació en 1961 en Bengbu en el Sureste de China.
«A la edad de ocho años, yo ya sabia que queria ser pintor, fue mi maestra de Segundo Grado en la Escuela Primaria la que me enseñó habilidades básicas de pintura. Lo mas importante es que ella me enseñó un contexto imaginario dónde volar por el mundo secreto del arte.» Bajo su tutela, las habilidades de Zhao maduraron tan pronto que su obra comenzó a aparecer en exposiciones de arte infantil  en Bengbu. Más

La Leyenda del Rey Monje


LA CAMPANA DE HUESCA

José M. Casado del Alisal

Óleo sobre lienzo. 356 x 474 cms. 1874-1880

Una vez más eldibujante.com os presenta una obra para perder la cabeza, y en esta caso nunca mejor dicho, uno de los más impactantes y aterradores cuadros de historia que se han producido en nuestro pais y que se refiere a una antiquísima y popular leyenda aragonesa, posíblemente cierta, aunque siempre es mejor que cada uno juzgue hasta qué punto. Porque lo que aquí nos trae hoy es el cuadro y, claro que contaremos de qué se trata lo que en él se pinta, pero sobre todo nos centraremos en la propia historia de su elaboración y de las consecuencias que tuvo en el arte español. Más

¡Silencio!, Chardin.


La mesa de la cocina

Jean Siméon Chardin

Óleo sobre lienzo. 38 x 46 cms. Museo del Louvre. París.

Ahora que el Museo del Prado inicia la exposición dedicada a este humilde y genial pintor francés poco conocido en España, y que estará abierta desde el 1 de marzo al 29 de mayo de 2011, cuyo comisario es Pierre Rosenberg, director del Louvre, miembro de la Academia Francesa, uno de los mejores especialistas en Chardin y una de las personalidades más fascinantes actualmente en el mundo del arte (a mi entender), os traigo la colección de sus bodegones en alta definición, como siempre en este sitio. Cincuenta de sus cuadros, listos para que los escrutéis, disfrutéis y copiéis, tal como han hecho muchos de los grandes maestros de la pintura, como Cézanne, Matisse, Picasso, Morandi y Lucien Freud, que lo consideraron su maestro y precursor.

Porque con Chardin uno aprende el recogimiento necesario para pintar. ‘Es necesario que me olvide de todo lo que he visto e incluso de la forma en la que otros han tratado estos motivos‘ decía él. Y con razón, la mente del pintor debe estar limpia de otras imágenes que la contaminan e influyen en la obtención de la originalidad. Antes a este género de pinturas, el bodegón o naturaleza muerta, se lo consideraba un género menor porque carecía de la rimbombancia de la pintura histórica y del enmarañado mensaje de la mítica, sin embargo no solo gustaba a reyes y reinas europeos que constantemente rondaban al pobre maestro, sino también al resto de sus compañeros pintores, quienes no solo reconocieron el valor de su pintura, sino su dedicación al gremio de pintores a través de sus labores en la Academia y en la organización de los Salones.

De su vida podemos decir que no fue demasiado grata. Se casó dos veces, con la primera mujer tuvo dos hijas, una de las cuales falleció con cuatro años, y un hijo que también terminó siendo pintor. Con la segunda mujer, viuda de un mosquetero, tuvo otra hija que también falleció prematuramente. Su hijo ganó una medalla de la Academia, y tuvo una breve pero azarosa vida, fue secuestrado por unos corsarios ingleses y terminó suicidándose ahogado en Venecia. Él nunca salió de París, donde vivió en Saint Sulpice y en una casa del Louvre.

Su pintura de bodegones tiene el gusto de la luz intensa y los fondos neutros, del empaste granuloso y de las texturas trabajadas lentamente. Vidrios transparentes, porcelanas esmaltadas, carnes sanguinolentas y frutas coloreadas. A mi madre le apasionaba Chardin y se pasaba largas tardes de invierno copiando sus hermosas naturalezas silenciosas. ¡Cuánto me hubiera gustado acompañarte a su exposición!

La importancia de los símbolos pictóricos


Sine cerere et libero friget Venus

(Sin Ceres ni Liber, Venus se enfría)

Hendrick Goltzius

Tinta y óleo sobre lienzo

1600-1603

Philadelphia Museum of Art

Ya no es el caso, porque en nuestros días la pintura es solo un arte decorativo y el artista ha perdido su papel en la sociedad, pero desde el Renacimiento se esperaba del pintor que contara historias, que emocionara, creara ilusiones y convenciera, no bastaba una simple representación de una imagen por muy real que fuera. Ahora el mercado del arte ha viciado el oficio de artista de tal forma que nada tiene que ver con él, se valora más la firma que la calidad de la obra, y hasta la palabra «artista» es irrisoria y más propia de un fontanero o un cantante. Hace muchos años, dibujar una obra como la que mostramos era un acto mucho más complejo que el de representar en un papel cuatro medias figuras, y observarlo era un acto enriquecedor para quien sabía interpretarlo, porque contaba algo que hacía reflexionar y recuperar sensaciones adormecidas. Para ello había que educarse en el alfabeto visual y saber interpretar los símbolos pictóricos que desde la antigüedad clásica poblaban las leyendas y las creencias en las que se basaban los principios éticos de las personas. Fijaos en lo que nos cuenta esta obra:

Su título en latín «Sine Cerere et libero friget Venus» se traduce como «Sin Ceres ni Liber, Venus se enfría». Ceres es la representante aquí de los alimentos (cereales) y Liber el de las esencias (Baco o Dionisos), mientras que Venus representa la pasión amorosa. Por ello la imagen trata de que sin comida ni bebida no hay pasión. Un sátiro ofrece a Venus un racimo de uvas (símbolo de las bebidas espirituosas, y por ello también de los abusos y desmanes, aunque en otras ocasiones las uvas representan todo lo contrario, la sangre de Cristo, la transustanciación de la persona en dios y viceversa).

Ceres, Deméter, era la diosa de la agricultura, las cosechas y la fecundidad, habitualmente representada con la antorcha en una mano y con un ramo de espigas de trigo en la otra, aunque también con la cornucopia, el cuerno de la abundancia, que es el cuerno de la cabra con la que jugaba Zeus y símbolo de la falta de hambrunas. Ceres siempre tiene los pechos muy grandes, pero en esta ocasión la composición los tapa con los frutos que ofrece a la diosa de la sensualidad, que es quien nos muestra una desnudez laxa, fría, frígida.

No hay ganas de sexo sin el combustible de la comida, ni sin la marcha y la alegría picante del exceso inhibitorio, y sin el sexo el amor se adormece, duda.

En primer término un amorcillo alado, un cupido, es quien sostiene la antorcha de la pasión y quien pregunta al espectador si debe o no atizar el fuego de la pasión que ha abandonado a la bella Venus, su arco preparado en la espalda y sus flechas guardadas en su aljaba.

«¡Bien comío y bien bebío, ¿qué más quieres, cuerpo mío?!», canta el dicho andaluz desprendido de las antiguas leyendas sicilianas que sacaron a estas diosas griegas del olvido durante las hambrunas del siglo II de nuestra era, (¡Ah, aquellas épocas en las que los dioses eran femeninos!) y las pasearon en torno al volcán para conjurar las epidemias de hambre que diezmaron a la población.

De este genial dibujante de extraño nombre debemos aprender la gracia de las pinceladas de color rojo que ponen el énfasis en las partes más tiernas y calientes, la exquisitez de las formas redondas y la apretada composición de las figuras que, aunque no caben en el lienzo de cuerpo completo, lo que ya entonces comienza a criticarse, mantienen su presencia en orden jerárquico, para una narración mítica y subyugante digna de presidir el mejor banquete.

Artemisia violada, también artísticamente.


¡Esto no es un cuadro, es una denuncia!

«Judith y Holofernes»

Óleo sobre lienzo. 1612-1613

Artemisia Gentileschi

El mundo del arte también ha sido tradicionalmente machista. Las mujeres pintoras han sido minusvaloradas en lineas generales, pero pocas han sufrido la discriminación y la ofensa del modo tan cruel que le toco vivir a esta coetánea de los grandes pintores del tenebrismo italiano. Solo en los últimos años su obra es analizada como merece, fuera de prismas estereotipados y sexistas, inducidos a veces por una vida novelesca que os cuento a continuación: Más

El hecho de crear


Júpiter, Mercurio y La Virtud

Dosso Dossi 1522-1524

Esta imagen de Giovanni Luteri, al que trescientos años después de su muerte algún cachondo comenzó a llamar Dosso Dossi, ya que Dosso es un lugar cercano a Ferrara, ciudad natal del pintor, y con ese nombre se ha quedado, también es conocida con el nombre de «Zeus, Hermes y La Virtud», dependiendo de los gustos (grecos/latinos) del crítico en cuestión, nos habla de algo que nos concierne en este blog, el hecho de crear algo original, pero para ello hay que saber interpretarla, motivo por el cual existen los expertos en pintura y dibujo, aunque en este caso más vale saber de mitología que de arte si uno quiere enterarse de qué va el cuento. Y el cuento cuenta lo que sigue: Más

El cuadro más barato de la historia


La joven de la perla

Johannes Vermeer Van Delft. Entre 1660 y 1665

Óleo sobre lienzo 44,5 x 39 cms.

Museo Mauritshuis. La Haya. Holanda.

Esta preciosidad, a la que últimamente los más cursis llaman ‘La Mona Lisa del Norte’, ‘La Gioconda holandesa’ y otras estupideces sin sentido, fue adquirida por Des Tombes (un gran coleccionista y benefactor de ‘La Casa de Mauricio’ -Mauritshuis- en la que se expone) en una subasta en La Haya por ¡¡¡dos florines y treinta centavos!!!, lo que ya entonces, 1882, era un importe insignificante. Hoy, sin embargo, su precio sería enorme si estuviera a la venta, (que no es el caso), porque…  Más

Las hijas del Cid


O las excusas para desnudos

Dióscoro Teófilo Puebla Tolín 1871

Óleo sobre lienzo 231 x 308 cms.

«Mujeres apaleadas por dos caballeros que huyen a lo lejos»

Este subtítulo irónico figuraba en el catálogo de la Exposición de 1871 en la que este lienzo de Puebla Tolín recibió algo más que amargas críticas, básicamente por su amaneramiento y extrema dulzura, en tratándose de tan escabroso tema el que toca, como los maltratos de género, (femenino). El cuadro no consiguió premio alguno en la Exposición, pero tras una medalla de consolación, el pintor recibió del Estado español 8000 reales por el lienzo, que se expone ahora en el Prado. Pero ¿que hacen dos tetudas sufrientes amarradas en pleno bosque?: Más

Cómo se prepara una imagen


La rendición de Granada

Francisco Pradilla. 1882.

Óleo sobre lienzo 330 x 550 cms

«Yo no estoy contento sino de la tonalidad del aire libre como conjunto, de haber conseguido detalle dentro de éste, y de la disposición general como perspectiva exacta y como ceremonia».

Bueno, quizá el propio pintor no estuviera muy contento con el resultado de su obra, pero al parecer el resto de españoles sí lo estuvieron y aún lo están, tanto que ésta obra es sin lugar a dudas la joya más preciada de la colección artística que se guarda en el Palacio del Senado en Madrid y seguramente también la más espectacular y asombrosa que un pintor español llevó a cabo dentro del género de pintura histórica en el siglo XIX, motivo más que suficiente para recomendarte que la descargues en alta definición y la observes con extremo detalle en tu programa favorito de tratamiento de imágenes, pues las imágenes que puedes encontrar facilmente por la red tienen muy mala calidad. Lo cual, sin embargo, no basta para comprender todos los pormenores de la obra y que nos contó Don Francisco Pradilla en la carta que remitió al Senado explicando el fruto de su trabajo: Más

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